Por supuesto, hay muchas buenas razones para visitar una granja con niños, y muchas de ellas son obvias: los niños adoran a los animales, tienen un impulso natural para moverse, una imaginación infinita y una motivación innata para descubrir cosas nuevas. ¿Qué mejor lugar para hacerlo que en un espacio amplio con animales como cabras, cerdos, burros, pavos reales, ovejas, cobayas, conejos, gallinas y pollitos, además de talleres interactivos, tractores, campos de fresa, hierbas aromáticas y cantidad de elementos lúdicos al aire libre?
Más allá de la emocionante diversión que supone una granja para cualquier niño, hay una creciente conciencia entre padres, educadores y científicos de que la visita a una granja es mucho más que una escapada de la rutina cotidiana. He aquí una selección de 7 importantes beneficios para nuestros peques:
1 Una visita a la granja favorece nuestra salud mental y física
La infancia y adolescencia de la generación actual difiere mucho de la de sus padres. Los niños y jóvenes pasan cada vez más tiempo en el mundo digital que en el analógico. En lugar de volver a casa tras pasar el día jugando al aire libre, agotados y con las mejillas rojas pero felices y relajados, la nueva generación suele pasar horas frente al ordenador, la tableta o el smartphone y mostrar poco interés por lo y los que les rodean y lo que ocurre en el mundo real. Las consecuencias son estadísticamente visibles: miopía, una mala postura, obesidad, problemas de concentración, depresión, tendencias a un comportamiento agresivo y un menor umbral de frustración.
En una granja, los niños, y en particular los que crecen en un entorno urbano, reciben lo que a menudo les falta para un desarrollo saludable en su vida cotidiana. Aquí, como pocas veces, tienen el espacio y la oportunidad de moverse a sus anchas al aire libre, de dejar que su mirada se pierda en la distancia, de jugar y descubrir todos los secretos emocionantes que guarda el mundo analógico para ellos. Aquí pueden hacer nuevos amigos, inventan juegos que disparan su imaginación y olvidarse del estrés (Recuerda: en la naturaleza, es ella la que marca el ritmo!). Al mismo tiempo, nuestros peques adquieren importantes habilidades a través del juego que les ayudan a enfrentarse mejor a los retos más adelante en la vida. ¿A qué esperas? ¡Escápate ya del mundo virtual y adéntrate en el entorno sano de la naturaleza!
2 En una granja aprendemos algo para la vida con cada paso que damos
Lo que hemos descubierto de forma activa por nuestra cuenta nos suele quedar fácilmente en la memoria. Por su naturaleza y gracias a su entusiasmo por moverse, los niños disfrutan pasar tiempo al aire libre. En un entorno amplio y emocionante, son más receptivos, más motivados y aprenden descubriendo cosas desconocidas. A falta de presión para rendir, están más relajados. Elementos lúdicos como nuestro laberinto natural, por ejemplo, Por cierto, los más pequeños no pueden salir de nuestro laberinto sin convertirse en expertos. Porque aquí es donde se esconden los datos más curiosos de nuestros peludos habitantes del corral. ¿Quién sabe con qué espeluznante dinosaurio están emparentados nuestros pollos? ¿O que los burros, una vez enamorados, permanecen juntos de por vida? Los próximos temas de conversación en la mesa no serán ciertamente aburridos.
Pero los beneficios de una visita van mucho más allá del tiempo que pasan en la granja: los niños llevan sus nuevas habilidades y experiencias a casa y a la escuela, y los padres, cuidadores y profesores notan efectos positivos y duraderos en su comportamiento, aprendizaje y autoestima. Compruébelo usted mismo.
3 La interacción con los animales refuerza la autoestima de los niños
A nuestras cabras, cerdos, burros, conejos, cobayas, pavos reales, ovejas y ponis no les importa si eres alto, bajíto, gordo, delgado, inteligente o torpe. Y nuestras gallinas tampoco se ríen de nadie. Lo único que valoran es el trato respetuoso y cariñoso.
En otras palabras: cuando hacemos algo bueno por un animal o un ser humano, lo cuidamos y lo tratamos con respeto, recibimos algo a cambio como agradecimiento: la sensación de ser necesarios e importantes, y de saber hacer algo bien.
4 La interacción con los animales nos calma y fomenta la empatía
Son numerosos los estudios científicos que demuestran que el trato con animales tiene un efecto calmante y saludable para nuestro bienestar psíquico. ¿Ojo, ahora se pone un poco más técnico!: Durante el contacto con los animales, el nivel de cortisol en nuestro cuerpo, también llamada “hormona del estrés” disminuye. Al mismo tiempo se libera oxitocina, coloquialmente llamada “hormona de amor”). Esta última influye en nuestra interacción social y relajamiento físico. Con ella, son las neuronas espejo las responsables de que se nos levante el ánimo y sentimos empatía por una persona o un animal. Se trata de células nerviosas que garantizan que seamos capaces de sentir lo que siente nuestro interlocutor. ¿Te has preguntado alguna vez por que te “contagia” el bostezo de otra persona o devuelves automáticamente una sonrisa? ¡Saludos de las neuronas espejo!
Volviendo a la práctica: déjate contagiar por el cariño de nuestros animales. Ya verás: son capaces de sacar una sonrisa al más gruñón!
5 Una visita a la granja fomenta el espíritu de grupo
Ya sea con la familia, con los amigos, en un grupo de cumpleaños o en una clase escolar – compartir experiencias, experimentar, descubrir, maravillarse y reírse juntos fomenta el espíritu del grupo en cuestión. Como seres sociales, solemos sentirnos a gusto dentro de una comunidad, ya que puede darnos apoyo, protección y orientación. Jugar, plantar, cosechar, cuidar de un animal juntos, recoger fresas, hacer un picnic – todo esto y mucho más podéis vivir juntos en nuestra granja escuela Fresopolis.
6 Visitar una granja nos acerca a la naturaleza y a nuestros orígenes
Como seres humanos, formamos parte de la naturaleza. Para nuestro bienestar y capacidad de sobrevivir, es importante que esta se mantenga intacta. Todos y cada uno de nosotros somos responsables de ello. ¿Qué podemos hacer para proteger el medio ambiente y minimizar el impacto negativo que tiene nuestra forma de vivir sobre él? ¿De dónde provienen nuestros alimentos, ya qué no se cultivan en el supermercado? ¿Por qué es tan importante reciclar los residuos, o mejor: evitarlos al máximo? ¿De dónde vienen los huevos, la leche, el pan y el chocolate? En una granja escuela para familias como Fresopolis, damos la oportunidad a los niños a encontrar respuestas a estas preguntas de forma lúdica e interactiva.
7 La visita a la granja promueve la concienciación sobre un estilo de vida saludable
No todo lo que encontramos en el supermercado es bueno para nosotros. Y no todo lo que hacemos promueve nuestra salud y bienestar. La respuesta a la pregunta de lo que es “bueno” para nosotros, en realidad es bastante fácil de encontrar: es lo que nos ha permitido sobrevivir durante millones de años. Nuestros antepasados tuvieron que esforzarse mucho más para conseguir los alimentos necesarios para su supervivencia – nada de pasar con el coche por el supermercado para comprar un trozo de carne. Para ello tenían que recorrer kilómetros caminando para cazar, y con suerte, esta carne les duraba algunos días. En resumen: se alimentaban de lo que ellos mismos habían cazado, recolectado y cosechado con esmero. Bueno – cazar, como os podéis imaginar, está estrictamente prohibida en nuestra granja -nuestros animales tienen la suerte de vivir en paz. Pero nuestros campos de hortalizas, huertos y el jardín de hierbas te darán una idea de lo difícil y obstáculos que es obtener alimentos ricos y sanos. Tal vez, tras la visita de una granja agrícola, volveremos a ver la comida como algo valioso – y seremos más derrochadores en un futuro.
En nuestra granja de FRESOPOLIS cerca de Palma, las familias, los grupos de cumpleaños infantiles y las clases escolares tienen la oportunidad de vivir experiencias únicas con más de 300 animales de granja, de conocer emocionantes procesos de interacción en la naturaleza de forma interactiva en estupendos talleres, de hacer un tour con un tractor de verdad, recolectar flores, riquísimas fresas y hierbas aromáticas, hacer un picnic, jugar al aire libre y sí – tener permiso para ser niño. ¡Por supuesto, esto también vale para nuestros visitantes adultos!